La fábula de Arácne o Las Hilanderas. Velazquez. 1657 |
Narra La Fábula de Atenea y Aracne, que una joven lidia, Aracne, tejía tan bien que las gentes de su ciudad comenzaron a comentar que tejía mejor que la Diosa Atenea, inventora de la rueca.
Las alabanzas que recibía se le terminaron subiendo a la cabeza y terminó tan engreída de su presteza como tejedora que empezó a afirmar que sus habilidades eran superiores a las de Minerva, la diosa de la sabiduría y la guerra además de la artesanía. La diosa se enfadó, pero dio a Aracné una oportunidad de redimirse. Adoptando la forma de una anciana, advirtió a Aracné que no ofendiera a los dioses. La joven se burló y deseó un concurso de tejido, donde pudiera demostrar su superioridad. Minerva se quitó el disfraz y el concurso comenzó.
Minerva tejió la escena de su victoria sobre Neptuno, que inspiró a los ciudadanos de Atenas a bautizar la ciudad en su honor. Según el relato latino de Ovidio, el tapiz de Aracné representaba veintidós episodios de infidelidades de los dioses, disfrazados de animales: Júpiter siendo infiel con Leda, con Europa, con Dánae, etcétera.
Incluso Minerva admitió que la obra de Aracné era perfecta, pero se enfadó tanto por la irrespetuosa elección del motivo. Perdiendo finalmente los estribos, destruyó el tapiz y el telar de Aracne, golpeándolos con su lanzadera, y también a la joven en la cabeza. Aracné advirtió su insensatez y quedó embargada por la vergüenza. Huyó y se ahorcó.
En el relato de Ovidio, Minerva se apiadó de Aracné. Rociándola con jugo de acónito, aflojó la soja, que se convirtió en una telaraña, transformándose la propia Aracné en una araña.
En este óleo sobre lienzo de Velazquez, la escena del primer término retrataría a la joven a la derecha, vuelta de espaldas, trabajando afanosamente en su tapiz. A la izquierda, la Diosa Atenea finge ser una anciana, con falsas canas en las sienes. Sabemos que se trata de la Diosa porque, a pesar de su aspecto envejecido, Velázquez muestra su pierna, de tersura adolescente.
En el fondo, se representa el desenlace de la fábula. El tapiz confeccionado por Aracne está colgado de la pared: su tema constituye una evidente ofensa contra Palas Atenea, ya que Aracne ha representado varios de los engaños que utilizaba su padre, Zeus, para conseguir favores sexuales de mujeres y diosas. Frente al tapiz, se aprecian dos figuras: son la diosa, ataviada con sus atributos (como el casco) y ante ella la humana rebelde, que viste un atuendo de plegados clásicos. Están colocadas de tal manera que parecen formar parte del tapiz. Otras tres damas contemplan cómo la ofendida diosa, en señal de castigo, va a transformar a la joven Aracne en araña, condenada a tejer eternamente.
Fuentes:
La fábula de Aracne
Personajes de la mitología. La fábula de Aracné